Hazte tus minis a tu gusto

1º Parte 

Por Luis Campos Serna (Madrid-España)

 

    Una de las cosas que más me han fastidiado siempre, es encontrar esa miniatura que tanto anhelas, o por fin hacerte con ella cuando sale al mercado, y cuando la tienes en la mano comprobar horrorizado que es de plástico o que el envase que estás viendo se parece al original como un huevo a una castaña, que decimos por estas tierras, o bien confirmar que esa botella que tanto te gusta en su tamaño comercial, jamás será hecha en miniatura.

    Recuerdo que cuando cayó en mi mano la primera mini de Ruavieja, un famoso orujo gallego, comprobé que era plástico. Por aquél entonces yo era un coleccionista generalista y como el material de la botella original se asimilaba a la porcelana color teja, me empeñé en recomponerla para que se asemejase a la porcelana, para ello la despojé de todas sus etiquetas y mediante sucesivos baños en escayola muy licuada conseguí que pareciera de porcelana blanca, eso sí, mate. A continuación y con pintura satinada del color que quería, la pinté hasta que quedó a mi gusto y luego volví a pegar las etiquetas.

    El resultado fue relativamente satisfactorio, y la conservo como curiosidad, pero sinceramente, no repetiría la experiencia.

    Luego, cuando empecé a seleccionar un poco más, me encontré que no pocas de las miniaturas que quería exhibir en mi colección, pese a estar disponibles en el mercado, no era posible hacerlo, ¿por qué? pues simplemente porque ERAN DE PLÁSTICO, y servidor, ODIA EL PLÁSTICO, al menos en lo concerniente a las botellitas de miniatura.

    ¿Qué hacer pues? El reto era mantener los componentes esenciales de la miniatura original y sustituir el elemento “impuro”, si se me permite llamar así a la botellita de plástico.

    Para conseguir esto, era necesario seguir los siguientes pasos:

    A partir de ahí, y una vez conseguida la botellita miniatura de cristal, había que quitar las etiquetas de la miniatura de plástico. Ahí empieza el primer problema, ya que si bien algunas etiquetas salen bien sumergiendo las miniaturas en agua hirviendo, otras se estropean.

    Para poder quitar esas etiquetas, lo primero que haremos es pillar un secador de pelo de mano, y una vez sujeta la botellita (con alguna abrazadera, mordaza o tornillo de mesa) y mientras con la mano izquierda orientamos el calor seco del secador hacia la etiqueta, con la otra mano y con la ayuda de un cúter plano, iremos levantando la etiqueta con mucho cuidado. La mayoría de las etiquetas saldrán así, bien mediante inmersión en agua hirviendo, bien por el sistema del aire caliente.

    En cuanto al modo de quitar el tapón, sólo conozco uno. Con un destornillador pequeño, al que previamente habremos curvado la punta, levantaremos un poquito la base del tapón que va plegada contra la base del cuello de la botella y una vez hecho esto iremos utilizándolo como palanca para ir levantando esa parte del tapón alrededor del cuello, hasta dejarlo completamente abierto, de forma que nos permita desenroscarlo sin romper el precinto.

    Una vez desenroscado, y rellena la nueva miniatura de cristal con el licor original que habremos previamente trasvasado, volveremos a roscar el tapón, y una vez apretado, con el mismo destornillador y por la parte curva, iremos plegando de nuevo la base del tapón contra el cuello de la botella hasta que quede de nuevo como estaba inicialmente. Ello provocará que parte de la pintura salte o se estropee, para lo cual, lo que habrá que hacer es repasarlo con algún rotulador o esmalte de uñas, que también puede valer y que hay de todos los colores.

    Estas fotos, seguro que ilustran suficientemente lo anteriormente comentado:

Se levanta un poco la base para permitir seguir trabajando.

Ahora se prosigue con la base del tapón haciendo ligeramente palanca a lo largo de su circunferencia.

Finalmente el tapón queda liberado sin romper el precinto.

Ya se puede quitar el tapón completo sin problemas.

Ahora se hace la operación inversa, presionando a lo largo de la circunferencia de la base del tapón.

Ya está completada la labor.

En la foto se observan los desperfectos producidos por el destornillador al presionar.

Finalmente se repasan esos desperfectos con laca negra, rotulador o pintura.